La temporada anual de escasez de alimentos en el Corredor Seco de Honduras, que se extenderá este año un mes más, alcanza su punto crítico, según informa la Red de Sistemas de Alerta Temprana para la Hambruna (Fews Net).
Este prolongado periodo de escasez está exacerbando los factores estacionales que deterioran la seguridad alimentaria de los hogares más pobres en la región, especialmente entre los agricultores de subsistencia en el Corredor Seco (que incluye los departamentos de Choluteca, Francisco Morazán, El Paraíso, Intibucá y La Paz Valle) y el norte de Honduras.
Ante la disminución estacional de la disponibilidad de alimentos, estos agricultores han recurrido a estrategias de respuesta negativas, como reducir gastos no alimentarios esenciales, incluyendo salud y educación, y modificar la cantidad de alimentos consumidos.
La situación se ha agravado este año debido a las pérdidas agrícolas sufridas en 2023, señala el informe.
El panorama
Hasta la cosecha de primera en septiembre 2024, estos hogares seguirán enfrentando condiciones de crisis (Fase 3, CIF, son las que necesitan una ayuda urgente tanto en materia de alimentos como de medios de subsistencia).
Mientras tanto, el resto de los hogares pobres rurales en la región se clasificarán en inseguridad alimentaria acentuada (Fase 2, CIF).
Factores
El déficit de humedad afectó el inicio de la temporada de primera, atrasando las siembras aproximadamente un mes.
Sin embargo, con el aumento de las lluvias desde junio, los cultivos de granos básicos han podido desarrollarse, aunque las temperaturas anormalmente altas han incrementado la incidencia de plagas y enfermedades.
«Hemos experimentado una reducción, es un período atípico y los agricultores sufrimos los efectos del cambio climático», señala Dulio Medina, presidente de la Asociación de Productores de Granos del Norte (Prograno).
Estos problemas han aumentado los gastos de los agricultores, quienes ya tienen una capacidad de inversión limitada debido a choques consecutivos en años anteriores.
La Niña
Debido a la transición a La Niña, se espera que las condiciones cálidas y la irregularidad en las precipitaciones continúen, con acumulados de lluvia por encima del promedio hasta enero de 2025.
La producción de subsistencia de primera se prevé ligeramente por debajo del promedio, especialmente en áreas de ladera y zonas propensas a inundaciones, advierten los expertos.
Para la cosecha de postrera se anticipan condiciones climáticas similares, lo que podría aumentar el riesgo para la producción de frijol y los costos de producción.
Disponibilidad
A pesar de estos desafíos, se espera que con la salida de las cosechas de primera y postrera, la disponibilidad de alimentos en los hogares productores aumente en comparación con los meses anteriores y el escenario observado en 2023.
Desde octubre hasta enero de 2025, se anticipa que los hogares más pobres muestren condiciones de inseguridad alimentaria Acentuada (Fase 2, CIF), debido al aumento estacional en las opciones de empleo en sectores como el agrícola, turístico y comercial, lo que mejorará el acceso a alimentos.