Ernestina Allen, originaria de Balfate, Colón, Honduras, siente en carne propia el impacto del hambre y la desigualdad.
En su comunidad rural, donde la mayoría vive en pobreza y sin acceso adecuado a salud ni seguridad alimentaria, el hambre se convierte en una batalla diaria.
Hasta hace unos años, Ernestina pensaba que su parcela no tenía potencial agrícola. «Aquí no se pega nada, solo zacate», decía con resignación.
Sin embargo, su vida cambió gracias al programa agroecológico de Ayuda en Acción. Hoy, su parcela produce alimentos que no solo nutren a su familia, sino que mejoran la salud de sus hijos, mostrando cómo las mujeres pueden liderar el cambio a través de la agricultura sostenible.
Informe desnuda la crisis del hambre
El Global Hunger Index 2024 pone de manifiesto que el hambre y la desigualdad de género son problemas profundamente entrelazados.
Este año, el informe hace énfasis en cómo la discriminación y la violencia hacia las mujeres agravan la inseguridad alimentaria, especialmente en países como Honduras.
Alberto Casado, director de Incidencia de Ayuda en Acción, advierte que la lucha contra el hambre está paralizada.
«Al ritmo actual, no alcanzaremos niveles bajos de hambre hasta el 2160, 130 años después del compromiso internacional de erradicarla», afirma Casado.
Honduras y América Latina, en el foco de la crisis
En América Latina y el Caribe, los niveles de hambre empeoran, impulsados por la inflación alimentaria y la deuda extrema.
Honduras, donde las mujeres son responsables en gran parte del trabajo agrícola, es uno de los países más golpeados.
Las sequías y otros fenómenos climáticos extremos incrementan las dificultades para acceder a alimentos, afectando principalmente a las mujeres, quienes además enfrentan una doble carga de trabajo: cuidar de sus familias mientras intentan acceder a los escasos recursos disponibles.
Impacto del aumento del hambre
Las mujeres y niñas son las más afectadas por la inseguridad alimentaria. En algunos países, la brecha entre hombres y mujeres en términos de seguridad alimentaria alcanza los 19 puntos porcentuales.
Esto se debe a que las mujeres, sobre todo en áreas rurales, enfrentan mayores obstáculos para acceder a alimentos, tierras y recursos financieros.
En Honduras, las políticas agrícolas y financieras aún ignoran las desigualdades de género, perpetuando el ciclo de pobreza y malnutrición.
Pilar Lara, experta en género, destaca la urgencia de priorizar la justicia de género como pilar fundamental para combatir el hambre.
“Las mujeres no solo son víctimas, sino también agentes clave para el cambio en la producción y distribución de alimentos”, afirma Lara.
La participación de las mujeres en la formulación de políticas alimentarias es esencial para crear soluciones efectivas y sostenibles. Sin su empoderamiento, cualquier esfuerzo por reducir el hambre será insuficiente.
El informe
El informe destaca la necesidad de incorporar la perspectiva de género en todas las políticas alimentarias.
Casado insiste en que las inversiones públicas deben enfocarse en mejorar el acceso de las mujeres a servicios básicos, redistribuyendo equitativamente los recursos dentro de las comunidades.
«Si no invertimos en estas áreas, las mujeres seguirán en desventaja y la lucha contra el hambre no avanzará», concluye Casado.