En los últimos cuatro años, Honduras ha sufrido el embate de tormentas que no solo han dejado pérdidas humanas, sino destrucción en infraestructura y en sectores productivos.
Cuando Eta y Iota, los ríos se desbordaron, dejando cientos de hectáreas de tierra sumergidas bajo el agua. Y en 2022 la tormenta llamada Julia intentó revivir los trágicos momentos de 2020. Este año, Sara, de manera agresiva, volvió a dejar pérdidas en la infraestructura y en el sector productivo del país.
Informes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) señalan que estos cuatro fenómenos naturales provocaron pérdidas económicas aproximadas a 60,710,300,000 de lempiras.
Lilian Rivera, experta en finanzas de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), dijo que “además de los daños materiales a la infraestructura física causados por estos fenómenos y su costo de reposición, que impactan las finanzas públicas y las del sector privado, también se registra un impacto por pérdidas en la economía”.
Los daños por Eta y iota ascendieron a L 35,509 millones en el sector productivo. En total, este fenómeno provocó pérdidas en el país por un monto de L52,099 millones. Los efectos de 2020 estuvieron concentrados en el sector productivo (68%), seguido por el sector social (18%).
Los subsectores productivos más afectados fueron comercio e industria, con un 78% de los daños y un 62% de las pérdidas, y agricultura, con un 18% de los daños y un 27% de las pérdidas.
Tras la emergencia provocada por estos dos fenómenos, dos años después la tormenta tropical Julia azotó Honduras. Aunque no fue tan drástica, su comportamiento fue similar: afectó principalmente al sector productivo. Los daños causados por Julia en Honduras sumaron L8,111,300,000
Según datos de la Cepal, los efectos se concentraron en el sector productivo (56%), seguido por el sector social (28%). El subsector productivo más afectado fue la agricultura, que acumuló el 41% de los efectos totales.
Para la reciente tormenta Sara en 2024, las autoridades siguen recopilando el monto de los daños, pero preliminarmente se estima que las pérdidas superan los 500 millones de lempiras en infraestructura.
Aunque no hay cifras oficiales sobre las pérdidas en el sector productivo, se reportan preliminarmente más de 200 millones de lempiras en Colón y Atlántida.
Lo anterior fue confirmado por José Domingo Henríquez, presidente de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Atlántida (AGAA).
Para Guillermo Cerritos, exdirector de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (Fenag), el hecho de que el sector productivo sea el más golpeado se debe a una falta de infraestructura adecuada.
“No hay infraestructura que lo evite. En el caso del Valle de Sula y en el corredor seco, tampoco hay gestión estratégica del agua durante los seis meses lluviosos para riego, lo que genera problemas durante los seis meses secos”, manifestó.
“Esto requiere captación de agua y sistemas de riego que la aprovechen, y con el cambio climático, la tendencia será más sequía en lugares ya secos y más lluvias en áreas más lluviosas”, explicó el experto.
Cerritos cuestionó: “Es absurdo que los bancos que nos otorgan financiamiento para infraestructura de caminos, carreteras y puentes, no atajen el problema de las represas que podrían evitar inundaciones. Si no se resuelve este problema, las inundaciones destruyen lo construido, creando un círculo vicioso”.
Para que los fenómenos naturales no pongan en riesgo la inversión privada y extranjera, la ASJ sugiere priorizar obras de mitigación en zonas que históricamente han sido afectadas e implementar medidas para mejorar el ordenamiento territorial y los asentamientos humanos.
La experta Lilian Rivera añadió la necesidad de “blindar con medidas de mitigación la nueva inversión pública y comprometerse a una gestión más eficiente de los recursos verdes”.
Y para el futuro en Honduras, la Cepal advierte: “Se puede afirmar es que amenazas como estos huracanes seguirán ocurriendo, que es muy posible que se intensifiquen en un contexto de cambio climático y en tanto no se apliquen correctivos a la vulnerabilidad de Honduras, se seguirán transformando en desastres”.