Cuando diciembre llega a Copán Ruinas, el aire se llena de una mágica mezcla de incienso, luces y canciones. Las posadas navideñas, una costumbre centenaria, vuelven a recorrer las calles, convirtiéndolas en un auténtico escenario de devoción y alegría.
El eco de “Entren santos peregrinos” resuena en cada esquina, acompañado de faroles y velas que iluminan los rostros de quienes acompañan a José y María en su búsqueda de posada.
Esta tradición, organizada por la Parroquia San José Obrero, es mucho más que una representación; es un recordatorio del verdadero significado de estas fechas.
Una celebración para toda la familia
Desde los más pequeños hasta los mayores de la comunidad se sumaron con entusiasmo a esta festividad. Los niños, disfrazados de pastores, ángeles y los mismísimos José y María, llevaron la esencia de la Navidad por todo el municipio.
Cada paso de la procesión mostró la importancia de la unión y la solidaridad. Con velas en mano, los participantes recorrieron las calles empedradas, acompañados de villancicos que contagiaban de espíritu navideño a quienes se encontraban a su paso.
Las puertas se abrían, los peregrinos eran recibidos con calidez y, al final del recorrido, todos disfrutaban de bocadillos tradicionales como tamales, buñuelos y chocolate caliente.
Alegría y unión
Al concluir las posadas, la Municipalidad de Copán Ruinas organizó un emotivo cierre con piñatas y dulces para los niños, reforzando el espíritu de comunidad.
Las risas de los niños al romper las piñatas se mezclaron con las luces de bengala y el brillo de la alegría en los rostros de las familias.
Este acto de generosidad no solo celebró la Navidad, sino que también promovió la hermandad y la importancia de compartir.
Las posadas en Copán Ruinas se consolidan así como una tradición que va más allá de lo religioso, convirtiéndose en un lazo que une corazones y que cada año deja una huella imborrable en quienes participan.